El Viernes Santo es una invitación a acercarnos al sufrimiento de los enfermos, los pobres y a todos aquellos con alma desolada.

Los apoderados tuvieron su encuentro con Jesús en la cruz. Momentos que se iniciaron temprano, a eso de las 9.00 am. Hubo instantes dedicados al Encuentro y al Anuncio. Otros, que invitaron a alejarse y meditar en soledad como el tiempo de Desierto.

Más tarde el momento de volver a reencontrarse en diálogo fraterno en el tiempo para Compartir y preparar la partida  a los hogares (a eso de las 13:00 pm) en el tiempo para Celebrar.

La historia nos relata que la crucifixión era la ejecución más cruel y degradante que se conocía. La muerte sobrevenía después de una larga agonía. Jesús en la cruz, con un sufrimiento físico y moral muy grande, fue capaz de perdonar a los que lo ofendieron.

Desde la cruz, Jesús nos termina de dar su mensaje de amor y salvación dejándonos a su Madre y enseñándonos a perseverar hasta el final. Jesús muere para que tengamos vida.

Las “siete palabras" del Maestro son el testamento que nos deja al morir y emprender su partida al Padre:

• Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.     
(Lc 23,34) (Lc 23, 33-38).
• En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.
(Lc 23, 43).
• Mujer ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre.
(Jn 19, 26-27). (Jn 19, 25-27).
• Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
(Mt 27, 46) (Mt 27, 45-47).
• ¡Tengo sed!
(Jn 19, 28) (Jn 19, 28-29).
• Todo está cumplido.
(Jn 19, 30).
• Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
(Lc 23,46).

Jesús es la semilla fuerte del hombre nuevo… y los padres y apoderados, reunidos en la capilla del ISM, junto al Hermano Ángel y la pastoral colegial dieron cuenta de este renacer admirando a Jesús en el "Día en que resplandece el Misterio de la Cruz".











Fotografía: Francisco Contreras Robles

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