Una despedida que encierra un cúmulo de emociones; entre ellas el deseo de desplegar las alas para emprender el vuelo a los sueños y anhelos guardados en el corazón para conquistar un mundo nuevo que se ofrece prometedor para cada uno.

Por otra parte, la extraña sensación que queda cuando se debe abandonar lugares, rincones, sonidos, rostros y tantas experiencias que fueron matizando el camino de los estudios en el Instituto San Martín. No parece ser tan fácil salir del nido; sin embargo hay que seguir hacia adelante sin tregua: así es la vida.

Muchos recuerdos de estudiante se vivieron en apretada síntesis cuando se caminó con la guía de sus tutores en larga y emocionante peregrinación por los pasillos de su colegio, espacios vívidos que reunían a los niños, a los más pequeños y a los más grandes, a sus padres, familiares y amistades, a los administrativos y auxiliares, a las damas maristas, a los Hermanos Maristas Santiago y Ángel junto al rector Jaime Inostroza, a los profesores, todos testigos de ese trascendente momento.

“Parecía ser un día tan lejano, pero ya llegó”, se escuchaba decir a un emocionado y agradecido apoderado que acompañaba a su hijo. Lo relevante es disfrutar y apreciar con tranquilidad dichos instantes, serenarse y enfrentar la vida y sus desafíos aprendiendo cada día que la presencia divina está en las realidades del cotidiano de la propia existencia, dando pasos para cultivarse y construir un mundo mejor en cada acción que se emprenda confiados en el manto protector de Jesús, María y Marcelino.

Tal como lo expresó el rector Jaime Inostroza en cada sala de clases de cuartos medios, a instantes de iniciar el camino de la despedida: el mejor de los éxitos y los deseos de ventura personal para cada uno confiados en la formación marista que recibieron en su Instituto San Martín de Curicó.

Fotografía:
Profesor Francisco Contreras Robles