Esta semana la debemos dedicar a la oración y a la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús; no para recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección.

La Semana Santa nos recuerda que fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección ha de recordar al mundo católico que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.

El Instituto San Martín de Curicó recordó el Jueves Santo con sus alumnos por la mañana. Ya en la tarde una jornada de reflexión, fuera de Curicó, llevó a recordar la Última Cena de Jesús con sus apóstoles en la que les lavó los pies dándonos un ejemplo de servicialidad. En la Última Cena, Jesús se quedó con nosotros en el pan y en el vino, nos dejó su cuerpo y su sangre. Es el Jueves Santo cuando instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Al terminar la última cena, Jesús se fue a orar, al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y después de mucho tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo.

Tiempo de retiro, de pensar y adentrase en si mismo… ¿estarán esas brazas ardiendo allí todavía?...faltará o será suficiente el suave soplo del viento otoñal de estos días para decir “¡Jesús estoy aquí!”

El Viernes Santo, un pastor marista de alba cabellera esperó y acogió con sus brazos abiertos a los padres, apoderados y a todo aquel que deseara reencontrase con el Maestro por excelencia durante la jornada de la mañana. Por la tarde, casi en el crepúsculo de la tarde que gradualmente saludaba a la noche, reunió a quienes recordamos la Pasión de Nuestro Señor: Su prisión, los interrogatorios de Herodes y Pilato; la flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión.

Un Via Crucis delicado y solemne que niños y jóvenes estudiantes del Taller de Teatro del Instituto San Martín dramatizaron magistralmente.

Más tarde, la voz potente de un hermano marista hacía el eco en un recinto, en penumbras para dialogar con niños y adultos en torno a la cruz, esa que todos llevamos y cargamos, que tiene el rostro de Jesús y que sólo cada uno es capaz de reconocer para depositarla junto a Él en la Adoración de la Cruz.

Y usted atento lector … ¿Cómo ha vivido esta Semana Santa?