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Promoviendo el arte y la didáctica musical
Por
Francisco Contreras R.
Publicado:
18 Mayo 2016
Leido 1159 veces
Ex alumno del ISM destaca promoviendo el método Kodály
No cabe dudas que el nombre de este conocido ex alumno del Instituto San Martín, arquitecto y sibarita del buen arte (musical, teatral, coral y un largo etcétera) seguirá deparando gratas sorpresas para beneficio de los amantes de las musas del arte: Calíope, Euterpe, Polimnia o Terpsícore.
Notable prodigio que ha sabido catalizar en su persona dones que con habilidad y talento viene transmitiendo a generaciones de niños, jóvenes y adultos en su casa mater, el instituto marista de Curicó y en innumerables centros que, gradualmente, vencen la inercia pasiva del ciudadano común para invitarle a nuevas experiencias y disfrute pleno en torno al desarrollo de las artes en sus múltiples expresiones.

Recientemente, el decano del periodismo escrito de la séptima región, el “Diario La Prensa” de Curicó ha estado dando a conocer otra de las aventuras artísticas de Rodrigo Moraga que ha profundizado su saber al desarrollar modelos colaborativos junto a un afiatado equipo, rescatando la teoría, la práctica y la didáctica del músico húngaro Zoltán Kodály (1882-1967).

Esta vez, el desarrollo del “Seminario Nacional de Didáctica Musical Infantil” ha sumado a un centenar de educadoras de párvulos y asistentes que profundizan conocimientos en torno al aprendizaje infantil por medio del arte matizado con los aportes de Kodály.

En sus ediciones del pasado 30 de abril y, más recientemente el 5 y 9 de mayo, el Diario La Prensa de Curicó, destacó el siguiente titular en el que Moraga Bravo se explaya sobre la singular experiencia de las educadoras del jardín infantil, tonalidades de por medio, capaces de llevar a los niños a, realmente, cantar.

La canción de tradición oral,
llave maestra para educar la voz infantil.


“Durante muchos años observando a las tías del jardín se nota que existe un cariño especial porque sus niños canten junto a ellas. Diversos momentos del día se simbolizan con canciones determinadas, transformándose en pequeños rituales que invitan a instantes diversos: por ejemplo dar una bienvenida, comer la colación, ordenar los juguetes, sentarse en círculo, así como también ser buen compañero, felicitar al que está de cumpleaños o respetar la patria, por nombrar algunos solamente.

La tía del jardín utiliza la música con amor y endulza los aprendizajes de sus pequeños con las herramientas que ha tenido en su vida. Algunas de ellas se acompañan de la guitarra, otras con música grabada, pero la gran mayoría lo hace sin más que su propio instrumento: la pureza de la voz.

Cuando una tía canta, lo que se produce en la atmósfera de la sala de clase es verdaderamente sobrecogedor, los niños reciben sus instrucciones sonoras igual que si fuese un encantamiento mágico. Reaccionan a sus señales y actúan tal cual les invita el texto de la melodía. De esta forma el canto se vuelve una herramienta muy poderosa para educar.

Sin embargo, al abordar el aprendizaje de una canción nos encontramos con que hay algunas que resultan más fáciles que otras. ¿Por qué sucede esto? En la mayoría de los casos es porque la canción contiene, en su justa medida, los elementos musicales que el niño puede asimilar según su edad y características fisiológicas. En palabras simples, porque la canción ha sido pensada para él.

Pero ¿cómo saber qué canciones elegir para asegurar el éxito con los pequeños? Para responder a esta interrogante debemos necesariamente mirar hacia atrás, hacia nuestros ancestros. Muchas de las canciones que actualmente conocemos en el jardín provienen de hace muchos siglos atrás, nacieron probablemente en victoriosas batallas, en divertidos cuentos medievales contados por juglares, en bailes, fiestas y casualidades infinitas.

Lo maravilloso es que aquellas canciones han tenido la capacidad de viajar en el tiempo a través de la tradición oral, cantándose y contándose por generaciones, hasta llegar a nuestros días, y en esta travesía han modificado sus elementos sonoros instalándose en las conciencias de los pueblos, amoldándose a sus lenguajes particulares, costumbres y ritmos.

Cuando una canción logra viajar de este modo, podemos decir que se transforma en patrimonio cultural, y es momento de ocuparla para trabajar con el niño… quién probablemente ya se familiarizó con ella en los primeros minutos de su vida (aquí desempeñan un rol fundamental nuestras abuelitas cantoras, madres, tías y familiares que necesitaron calmar el llanto de este pequeño bebé, hacerlo dormir o darle la leche).

Una vez descubierta la canción, la tía del jardín debe enfrentar un nuevo desafío: escoger en que tonalidad será cantada. Y esta tarea no es menor, puesto que la voz femenina adulta encuentra comodidad en cierto ámbito de tonos, mientras que la vocecita infantil se mueve en otros rangos (también más pequeñitos).

Si imagináramos esto igual que si fuera un paisaje natural, la tía recorrería feliz desde el valle hasta el mar, mientras el niño preferiría estar quieto en la cordillera, jugando con diminutos animalitos. ¿En qué lugar podrían encontrarse? Bueno, hay tías que decidieron invitar al niño a recorrer el valle con ellas, cantándoles desde un lugar que a ellas mismas les diera comodidad y seguridad, otras tías que decidieron subir a la montaña y aprender a cantar en la tonalidad del niño.

Ambas alternativas nos hablan del amor maternal que toda tía regala día a día, buscando acompañar al pequeño en su proceso de aprendizaje, sin embargo aquellas que deciden subir a la cordillera, podrán sumar a este amor un nuevo regalo: la felicidad de ese niño de poder cantar cómodo y sin esfuerzo vocal. Será un niño mucho más musical el día de mañana porque habrá recibido la canción como traje a medida de sus capacidades, desplegando al máximo sus potencialidades.

Con pequeñas indicaciones e instrumentos simples de ocupar, la tía del jardín puede prepararse para ir en la búsqueda del pequeño en su cordillera. Hoy en día simplemente se necesita que tenga la inquietud y las ganas por realizar esta travesía. Utilizar la canción de tradición oral no sólo como herramienta educativa sino como llave para democratizar el acceso a la música, entendiendo que cualquier niño tiene derecho a desarrollar una bella voz, no importa el territorio ni las condiciones sociales, sólo movilizarlos con el amor que se ha alimentado de sabiduría. Tías que además de encantar, logren hacer a sus niños verdaderamente cantar.”


No estamos en el lejano Helicón, sino que aquí en Curicó con profesionales de nuestra tierra de agua negra, Rodrigo Moraga Bravo y equipo de la consultora Ludicoral están preparando y entregando valiosas herramientas a las educadoras de párvulos para desarrollar el gran potencial musical de los niños y niñas empleando el método Kodály en el seminario dedicado a la didáctica musical infantil.

Texto:
Profesor Francisco Contreras.
Rodrigo Moraga, en Diario La Prensa de Curicó.
Fotos: gentileza consultora Ludicoral y Diario La Prensa.




 

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