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Adviento, camino, esperanza y vigilancia
Por
Angel Gutiérrez G.
Publicado:
3 Diciembre 2017
Leido 725 veces
"...hagamos que Jesús nazca en el corazón de los demás".
CONTACTO MARISTA. Hoy iniciamos el tiempo de Adviento y el año litúrgico ciclo “B”. Los cristianos “revivimos el misterio de Dios hecho hombre, la venida de Dios al mundo en la persona de Jesús”.
Adviento es camino. Un camino personal y colectivo que deja atrás la guerra y abraza la paz, que supera el odio y se abre al amor.

El Adviento es el camino que va del egoísmo a la entrega generosa, que va de la oscuridad del pecado a la luz de la virtud.

El Adviento es en definitiva, un camino que lleva a Dios hecho hombre en Jesús de Nazaret.

Adviento es esperanza. Desde que Dios se hizo hombre en Jesús de Nazaret, la transformación del hombre y del mundo es posible. La vida del hombre adquiere un profundo sentido a la luz del misterio de la Encarnación. Si Dios se ha acercado al hombre en Jesús, a través de este mismo Jesús, los humanos podemos llegar a Dios. Dios ha dejado de ser un tabú indescifrable gracias a Jesús. Gracias a Él, Dios es ahora para nosotros un Padre bueno y cercano.

Adviento es vigilancia. Vigilancia del que se da cuenta del momento que vive; vigilancia del que sabe leer e interpretar con clarividencia los nuevos signos de los tiempos; vigilancia del que sabe salir del sueño, del desánimo, del descuido, de la vulgaridad y de la rutina; vigilancia del que sabe ser realista y crítico para conocer sus males y sus actividades egoístas y empreder decididamente un camino de conversión, de cambio radical de mentalidad y de vida.

 Apreciados amigos lectores: En el Adviento esperamos a un Salvador que ya está en medio de nosotros, pero que quizá aún no lo hayamos descubierto.

Quien cree poseerlo todo no espera la salvación. La actitud de espera implica siempre una actitud humilde. Esperar en un Salvador, significa sentir la necesidad de ser salvado. La salvación es obra de Dios y a la vez obra nuestra. Dios sin nosotros, no puede llegar a nosotros.

Toda nuestra vida puede considerarse como un largo Adviento que desembocará en un encuentro gozoso y definitivo con el Señor. Nuestra vida es como un largo peregrinar. Toda la familia de la humanidad es una larga marcha hacia su plena realización.

Cristo es el principio y el fin de esta marcha hacia la plenitud del mundo. Ojalá que, como María de Belén, hagamos que Jesús nazca en el corazón de los demás.

Que el espíritu de paz, amor y esperanza de NAVIDAD, se haga realidad en cada uno de nosotros y en nuestras familias.



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