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El voluntariado Marista y San Lorenzo del Datem
Por
Francisco Contreras R.
Publicado:
2 Abril 2020
Leido 907 veces
Profesor Waldo Maldonado repitió voluntariado en Perú
AMAZONAS. Compartimos la experiencia del profesor del colegio, Sr. Waldo Maldonado Negrete como voluntario en la formación de futuros educadores en la Amazonia peruana. Valioso y gratificante servicio realizado los meses de enero y febrero de este año. A continuación la crónica del educador Marista de Curicó. 
EL VOLUNTARIADO MARISTA Y
SAN LORENZO DEL DATEM


Desde hace varios años la Congregación ha llevado a cabo una invitación, tanto a jóvenes como a docentes en la realización de un voluntariado. Pero, ¿Qué significa esto en realidad?

El voluntariado Marista responde a una invitación realizada por la Congregación la que debe ser vista como una oportunidad para crecer en la formación de la solidaridad, acompañando y conociendo otras realidades para poder entregar educación. Una manera de promover una mejor calidad de vida a otros como también una transformación social por medio del servicio y, lo que considero más importante es tomar conciencia valorando lo que tenemos, y como ser un aporte al trabajo que otros realizan en situaciones extremas.

Teniendo en cuenta lo anterior, es que me animo a contar como fue esta segunda visita, que espero no se la última, al Voluntariado adulto “Un maestro para el Datem” que se lleva acabo desde el 2012 en la localidad amazónica de San Lorenzo del Marañón, al interior del Perú, cercano a la frontera con Ecuador.

Ya el 2016 participé de voluntario, junto a tres educadores más de Chile. Este año, respondiendo a la invitación realizada por el equipo de Evangelización Explícita, me sumé como parte del equipo de voluntariado.

Este proyecto es llevado a cabo por la Universidad Marista Marcelino Champagnat (Lima, Perú) encabezado por el Hno. Pablo González (rector de la Universidad) , junto a un numeroso grupo de voluntarios , estudiantes de educación, profesores de colegios maristas del Perú y de otras escuelas del vecino país quienes desde fines de diciembre de cada año están dispuestos a internarse en esta región para poder entregar una enseñanza a futuros docentes de las diversas tribus de la zona , quienes buscan una manera de poder adquirir conocimiento durante todo el mes de enero para luego volver a sus aldeas a entregar a sus pueblos todo lo aprendido.

LA AVENTURA, EL TRABAJO Y EL ENTORNO

Este año 2020 mi voluntariado comenzó el día 1 de enero, dejando a mi familia en el aeropuerto y siendo el único chileno en esta aventura. Llegué en la tarde a la ciudad de Lima donde me esperaba el coordinador del proyecto (ya a estas alturas un pilar fundamental de este tarea), Javier Rojas quien me traslada a la residencia Marista para integrarme al resto del equipo.

Partimos tempranamente el día 2 de enero, en avión, a la localidad de Tarapoto, puerta de entrada para el turismo de la selva del amazonas. Ya conformábamos un grupo de unas 30 personas que fuimos recibidos por unos gratos 35 grados junto a la humedad de la zona. Mochila al hombro nos trasladamos, durante 5 horas en vehículos, internándonos en las montañas de la selva para llegar a la localidad de Yurimaguas donde pasamos la noche y aprovechamos de ir conociéndonos como grupo humano y profesional dispuestos a trabajar juntos durante todo el mes de enero.

Al tercer día salimos a las 4.00 de la madrugada, en un deslizador o transporte fluvial por el Amazonas que, a diferencia del año 2016 en que la travesía duro 17 horas, en esta oportunidad sólo fue de 10 horas y bastante más cómodos. Llegamos en la tarde a la localidad de San Lorenzo donde nos esperaba el Hno. Pablo (motor esencial de este proyecto), el Hno. José Luis y Hno. Nino junto al resto del equipo que habían llegado entre Pascua y Año nuevo para tener todo listo y coordinado, tanto en la logística del grupo de trabajo como lo académico para los más de 400 alumnos y alumnas que debíamos atender.

El reencontrarme con antiguas amistades del año 2016 fue muy reconfortante, más aun sabiendo que varios de ellos (as) han continuado participando como voluntarios durante cada verano. Lo primero fue realizar la distribución de los equipos de trabajo tanto en lo relacionado a lo académico con las clases a los docentes indígenas como con la organización de todo este grupo humano de 47 voluntarios en las tareas propias de la comunidad (limpieza, oración, cocina, logística).

Cada grupo debía cumplir sus tares por una semana y luego rotación, de manera de cada uno fuese responsable de un ámbito de las labores domésticas. Solo en el ámbito del almuerzo y cena se contrataba a unas personas que solamente cocinaban, todo lo demás correspondía al trabajo que cada grupo debía responsabilizarse (desayuno, lavado de vajilla, limpieza entre algunas cosas).

El trabajo comenzaba a las 6:00 de la mañana con la oración y desayuno (al grupo de turno de cada semana le significaba levantarse a las 5:00 a.m. para preparar todo). A las 7:00 debíamos comenzar las clases las que finalizaban a las 13:00 horas para retomar a las 15:30 hasta las 18:00, pero en la medida que fueron avanzando los días , el horario de finalización en las tardes terminó cerca de las 22.00 horas en algunos casos porque era más que necesario aprovechar los tiempos de trabajo ya que los estudiantes sólo cuentan con el mes de enero para realizar sus estudios.

Luego de finalizar las clases y de cenar, venía preparar las clases para el día siguiente lo que implicaba continuar con el trabajo hasta las 23:00 horas con algunos momentos de esparcimiento entre esas horas con unos agradables 30 grados y bastante humedad hasta altas horas de la noche.

Dentro de lo anecdótico estuvo el calor de cada día (ropa pegada al cuerpo), más aún dictando clases, la permanente pelea con los insectos que no daban tregua (dejando sus marcas de picaduras), las comodidades para dormir (mosquitero y colchoneta) que en comparación al resto del pueblo eran un lujo o más de algún animal que aparecía a medianoche a interrumpir el descanso revolucionando el ambiente.

En relación a los estudiantes que asistían a las clases es necesario precisar que pertenecen a diversas etnias de la región de San Lorenzo del Marañon , Amazonas: Shawi, Achuar, Quechua, Awajun, Wampis, Chapra y Kandozi.

El proyecto de la Universidad Champagnat consiste en que durante 7 veranos asisten a clases y al finalizar este periodo reciben su título de profesores  primarios o secundarios (equivalente a Educadora de Párvulo o de Profesor de E. Básica) y así ser reconocidos en sus respectivas aldeas como profesionales capacitados en la enseñanza, como también por el Ministerio de Educación del Perú.

Si nuestro traslado por el Amazonas fue en bote por 10 horas, muchos de los estudiantes su viaje llega a durar hasta cinco días en pequeñas embarcaciones llamada “peque peque” (durmiendo en las noches a la orillas del Amazonas) junto a toda su familia. Ella les acompañan durante el mes de estadía en el pueblo de San Lorenzo. Los integrantes de cada familia, además del padre y madre (que en varios casos ambos estudian) lo conformaban los hijos e hijas que no eran menos de tres a cuatro niños.

Ellos debían esperar durante el día a que sus padres terminasen de estudiar. Incluso algunos de los futuros profesores tienen que trabajar, terminado su horario de clases, para poder reunir algo más de dinero y así cubrir los gastos propios de este mes fuera de su aldea.

La perseverancia y esfuerzo de cada uno de los estudiantes es digna de destacar, además de la complicaciones de tener que trasladarse durante un mes a la localidad de San Lorenzo (energía eléctrica parcelada, mínimo de internet, sobre 40 grados de sensación térmica, dormir en habitaciones de tres por tres con toda la familia), estaba el esfuerzo académico a realizar como fue el tema de que todas las clases se realizan en español lo que a muchos les complicaba por el dominio de su lengua nativa versus manejo del español.

También estaba el tema que por normativa ministerial , los trabajos (investigación, tesinas, informes ) debían ser realizados en computador y entregados en USB , algo que la gran mayoría no manejaba o simplemente desconocía por lo que fue necesario acompañar todo este proceso.
Destaco este gran esfuerzo de los estudiantes indígenas con todo lo que significaba en su vida cotidiana el gran objetivo de llevar mayor conocimiento a sus aldeas.

Especialmente, el de cada voluntario que entregó un tiempo de paciencia, acompañamiento, perseverancia, preparación y sacrificio pocas veces visto, solo por el simple hecho de sentirse agradecidos por cada uno de los estudiantes que vieron como resultado el poder cumplir con sus sueños de ser licenciados o titulados después de cada interrogación al frente de las comisiones respectivas que realizaban las evaluaciones.

PRESENCIA MARISTA

En una carta del Padre Champagnat al obispo de Grenoble indicaba los siguiente “Todas las diócesis del mundo entran en nuestros planes”. El trabajo realizado por la Universidad Champagnat desde el 2012 junto a su rector y grupo de voluntarios es fiel reflejo de esta idea de Marcelino en relación a la misión y responsabilidad que tenemos desde el mundo marista en dar a conocer el evangelio, educar en zonas vulnerables y a todos por igual.

El voluntariado Marista, ya sea en los jóvenes a través de Colonias de Verano y en los adultos, como docentes asistiendo a otras escuelas es una oportunidad de servicio. El trabajo realizado, tanto en este voluntariado de “Un maestro para el Datem” como en otras formas de voluntariado siempre tendrá un costo, ya sea económico, familiar y personal. No obstante, sí debemos tener claro que pese a todo el esfuerzo y sacrificio realizado, éste tiene la gran recompensa del agradecimiento de quienes has acompañado, un agradecimiento que puede ser tan simple como una sonrisa, un abrazo, un objeto de regalo o la alegría de verles cumplir sus metas.

AGRADECIMIENTOS

Mi eterna admiración a cada uno de Uds. voluntarios y voluntariasas del Datem. En primer lugar, por hacerme sentir parte importante de su trabajo, especialmente por acompañar tan fraternalmente el día de mi cumpleaños junto a ustedes.

En segundo lugar y más relevante aún, por todo ese esfuerzo demostrado que a pesar de los diversos obstáculos (idioma, calor, cansancio, enfermedad, melancolía por el hogar dejado atrás por este período de tiempo) fueron capaces de acompañar todo el proceso, como años anteriores, y al final sentir la alegría y satisfacción de un trabajo llevado a cabo de la manera que el fundador lo esperaba de sus Hermanos.
Solo queda esperar que vuelva a sonar la campana para el próximo verano y continuar con esta misión.

Waldo Maldonado N.
Voluntario  “Un maestro para el Datem”


 

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