Desde los cinco continentes escuchamos el clamor por la Paz y este anhelo crece en Navidad. Los saludos y felicitaciones que en esta fecha nos intercambiamos manifiestan el deseo que las personas felicitadas sean felices.

Mahatma Gandhi dijo: “Hasta que el anhelo de paz no quede satisfecho y hasta que no hayamos liberado nuestra civilización de la violencia, Cristo no ha nacido aún”.

Navidad nos invita a la reconciliación, a la amistad, a la paz. Paz en nuestro corazón, en la familia, en todos los pueblos del mundo, en las criaturas y seres del cosmos. La paz es un bien universal.

La paz no es solo ausencia de la violencia y de la guerra, sino más bien el esfuerzo de ayuda al hermano, de sacrificio, de buena voluntad.
Todos, estimados lectores, estamos llamados a ser pacificadores, constructores alegres de paz.

La paz tenemos que acogerla con ternura. San Pablo nos dice: “Cristo es nuestra paz”. Encarnarla en la vida diaria nos exigirá que seamos unos para otros porta-paz.

Seamos ante todos los hombres heraldos de paz, que los ríos y los montes repitan el eco de nuestro único cantar paz, paz, paz…¡Paz en la tierra… es Navidad!

Ojalá no se nombre más países en guerra y no florezcan jamás amapolas rojas, símbolo de sangre, entre los trigales de Tierra Santa donde los ángeles en la primera noche buena de la historia cantaron la paz.

En los días alegres seamos artesanos de paz, en los grises y tristes es posible la paz, en nuestros sueños y anhelos esté presente la paz. Sólo así, nuestra vida será, hoy y siempre, FELIZ NAVIDAD.

No olvidemos que la Navidad es un tiempo de gracia para reflexionar sobre nuestra actitud pacificadora y para hacer un compromiso serio de responder a nuestra vocación de ser artesanos de la paz.

Desde lo más profundo de mi corazón deseo a todos: FELIZ NAVIDAD Y GOZOSO 2018.