En este período, los docentes asumen un rol protagónico diferente. Esta vez como estudiantes. Uno de los programas de capacitación en el cual han participado recientemente los pedagogos del Instituto San Martín fue el de “Construcción de Rúbricas” basadas en “Tareas de desempeño”.

El Centro de Evaluación e Investigaciones Sicopedagógicas (CEIS) perteneciente a la institución Marista lo impartió en Curicó. Mediador del curso fue el profesor e integrante de los equipos técnico pedagógico Marista, Santiago Vasconcello Uchida.

EVALUACIÓN PEDAGÓGICA.

Énfasis relevante fue considerar como trasfondo el nuevo decreto N°67 que aprobó las “Normas mínimas nacionales sobre evaluación, calificación y promoción” que además de fijar las normas evaluativas para los colegios del país, adopta un sentido diferente a través del uso pedagógico de la evaluación. Esto es, transitar del uso certificativo – el tradicional poner notas- a uno más formativo, focalizado en al “Evaluación del Aprendizaje”.

Al respecto se señaló: “El uso pedagógico de la evaluación constituye la Evaluación Formativa. Esta se asocia a una concepción educativa en la cual, evaluación y aprendizaje forman parte de un mismo proceso pedagógico, por lo tanto, se conciben como inseparables” (CEIS. Documento de trabajo. 2020).

LA RÚBRICA.

En educación, una Rúbrica es un instrumento que permite evaluar distintas situaciones de evaluación. Por ejemplo: el trabajo en equipo o grupales, un ensayo, un proyecto, informes, presentaciones, y mucho más.

A través de un formato diseñado con anterioridad a la situación que se desea medir y que es conocida previamente por el estudiante, se articula una matriz de valoración donde se establece una graduación de niveles de la calidad para cada criterio que se desea evaluar. Usualmente se categorizan como rúbricas holísticas o analíticas.

Una rúbrica holística evaluará el proceso o producto del estudiante. Por otra parte, la rúbrica analítica evaluará por separado los componentes de una tarea pudiéndose o no evaluar cada componente para calificar el desempeño del estudiante.

Pasos esenciales para su construcción han de considerar, por ejemplo: determinar la situación evaluativa; determinar cuáles serán los aspectos que se evaluarán; definir la escala (por ejemplo: de insuficiente a excelente; de 0 – 4; Muy bien, bien, regular, insuficiente, etc.); generar descriptores resguardando aspectos técnicos; revisar la matriz verificando graduación y coherencia; probar la rúbrica (revisando algunas tareas); someterla a juicio de experto y, por último, calibrar antes de evaluar.

Cabe subrayar que las baterías de pruebas escritas (desarrollo, alternativas, etc.) siguen siendo instrumentos válidos para medir procesos educativos, especialmente de conocimiento declarativo, habilidades cognitivas. Lo relevante es el rol que adquiere ahora la evaluación, no como un elemento exclusivamente calificador, sino como una oportunidad para medir procesos holísticos o analíticos en “Tareas de Desempeño” como son los aspectos actitudinales, valóricos o los procedimientos prácticos que requieren manipulación material, la implementación de ciertos procedimientos o técnicas.

Tales fueron algunos de los temas trabajados por productivos equipos interdisciplinarios de profesores para afinar y ajustar coherentemente los procesos técnicos de las evaluaciones que se aplican en el colegio.